Un maestro o maestra espiritual transita su vida en conformidad o en conexión con el Espíritu.
Vivir en conexión con el Espíritu es vivir el Aquí y Ahora. Situarse cada vez en el momento presente; aunque este traiga, a veces, vestigios de pasado o ciertas expectativas de futuro, que se miran, se sienten y se dejan pasar.
Vivir en conexión con el Espíritu es saberse una parte del Todo y acontecer lo que sucede, desde la humildad y la paciencia o desde la alegría y el gozo, como un designio de la inteligencia divina.
Vivir en conexión con el Espíritu es ser una manifestación viviente de la propia esencia, atender al propio sentir original, sin seguir ningún modelo preestablecido.
Vivir en conexión con el Espíritu es vivir al ritmo de la Naturaleza, que es el del momento presente, pues Naturaleza y Espíritu son una sola y misma cosa.
Vivir en conexión con el Espíritu es perdonarse, porque el Espíritu no juzga y la herida siempre procede de la culpa.
Vivir en conexión con el Espíritu es sostener el corazón abierto, no a lo loco y sin medida, sino desde lo que es sano y verdadero para uno mismo en el respeto a los otros.
Vivir en conexión con el Espíritu es seguir el propio destino que se va haciendo en el día a día.
Vivir en conexión con el Espíritu es no tener prisa o si se tiene soltarla, es una calma infinita dentro del movimiento de la vida.
Vivir en conexión con el Espíritu es ser sin atributos, sin juicio ni moral, sin correcto o incorrecto, con la neutralidad de un ojo que sólo ve.
Vivir en conexión con el Espíritu es ser parte como uno más, sin mejores ni peores, entre toda la Naturaleza viviente.
Vivir en conexión con el Espíritu es ceder la inteligencia al propio Espíritu y observar sus designios como parte de la vida que toca vivir.
Vivir en conexión con el Espíritu es Ser.